Thursday, April 27, 2006

Llueve, la ciudad gris envuelta en un manto de lluvia, todo brilla en la noche eterna. El invierno se detiene y hace un calor extraño. La gente, demasiado abrigada y mojada camina molesta por las calles llenas de reflejos. Hoy sobran miles de guantes, muchos gorros de lana, todas las bufandas ytodas las pañoletas, hacen falta gabardinas y paraguas.un borracho sucio, de ademanes elegantes, me pide que le compre una botella de whiskey en la licorera de la esquina. A salido de la estación del tren por primera vez en muchos dias, no recuerda la ultima vez que estuvo en la calle pero sabe a cabalidad que fue exactamente igual a esta. Pidiendole a la primera persona que lo mire a los ojos que le compre una botella en la esquina. Me ofrece 2 dolares de recompensa por el trato, se expresa bien, si uno cerrase los ojos no dudaria en hacerle el favor. La delicadeza de su entonación no es suficiente para ocultar su crudisima realidad. Sus pantalones son demasiado cortos, sus piernas delgadas entran bruscamente en unos tenis sin cordones que le dificultan el caminar, tanto o más que la borrachera permanente que trae encima, esta depeinado y suda profusamente. Sus uñas mugrientas y largas agarran los dos dolares de recompenza , su aliento no huele a licor, huele mas bien como a mortesina. Este pobre hombre se esta pudirendo. Su tristeza enorme esta más cerca del origen del dolor, donde se sucede cada lágrima humana, cada beso traicionero, cada abrazo mentiroso cada encuentro secreto. Ese origen donde se revientan los sueños y se consolidan los arquetipos de toda pesadilla, donde se amalgaman las caracteristicas del infierno humano que nos acosa.

Me niego a hacerle el favor, agrego mi negación a su vida desbarajustada.Su tristeza, la mia, la de todos, es de alguna manera la misma.

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